Publicaciones nuevas
latest

468x60

El día que el carrito del súper se rebeló


 

🛒 El día que el carrito del súper se rebeló

Todo comenzó un sábado por la mañana. Doña Clotilde, vecina ejemplar y jefa de la Asociación de Clientes que Llevan Lista Pero Igual Se Les Olvida Todo, llegó al supermercado decidida a comprar solo lo necesario.

Tomó un carrito. Viejo, chirriante, con una rueda que giraba como exorcismo mal hecho. El típico. Pero ese día... algo era distinto.

Cuando Clotilde empujó el carrito hacia las verduras, este se frenó.
“No quiero ir a los vegetales. Siempre me embarran de apio”, dijo el carrito.
Clotilde parpadeó tres veces. Luego cinco.
¿Estoy escuchando voces o el yogurt me venció el cerebro otra vez?
“No señora, soy yo, el carrito. Hoy no tengo ganas. Lléveme a los cereales y callamos este asunto.”

Así comenzó el recorrido más caótico de la historia del supermercado.

Primero, el carrito la llevó al pasillo de galletas.
“Vamos, agarre unas. Las integrales si quiere fingir salud.”
Después, se desvió hacia los helados, haciendo drift entre los congeladores.
“La dieta puede esperar. Nadie es feliz con apio en la lonchera.”

Clotilde, que ya iba acumulando snacks como si el apocalipsis viniera con Netflix, intentó recuperar el control:
“¡No, necesito arroz y frijol!”
“¡Silencio! Hoy es día de placer, señora.”, respondió el carrito mientras aceleraba hacia las papitas.

Pasaron frente al guardia de seguridad. Este alzó una ceja, pero luego se encogió de hombros. Ya había visto cosas peores: una señora peleando con una sandía, un niño vendiendo NFTs hechos en servilletas, y un tipo que se robó un jamón disfrazado de bebé.

Clotilde logró llegar a la caja, con una canasta llena de productos que no estaban en la lista, una presión alta emocional, y un carrito que silbaba "Livin' la Vida Loca".

Al salir, el carrito se detuvo, suspiró y dijo:
“Gracias. Necesitaba un día para mí.”
Luego se desconectó del alma rebelde que lo había poseído y volvió a ser un pedazo de metal con ruedas flojas.

Clotilde, aún en shock, llegó a casa y se dio cuenta de que olvidó el arroz, el frijol, el papel higiénico y la cordura. Pero eso sí… traía 6 cajas de cereal con dibujitos y una pinta de helado con sabor a arrepentimiento.


🛒 Moraleja innecesaria:

Si tu carrito empieza a hablar… sigue la corriente. Igual vas a salir con más de lo que pensabas.

« PREV
NEXT »

No hay comentarios