Newton y su brillante… estupidez
Isaac Newton, el genio detrás de la Ley de la Gravitación Universal, era un hombre brillante… pero también increíblemente despistado. Cuando estaba sumergido en sus pensamientos científicos, el mundo real simplemente dejaba de existir para él.
Un día, en su laboratorio, Newton estaba tan absorto en sus cálculos que olvidó por completo que tenía hambre. Sin darse cuenta, tomó un huevo para cocinarlo y lo puso en su bolsillo. Luego, agarró su reloj de bolsillo y lo sumergió en agua hirviendo, creyendo que era el huevo.
Después de un rato, miró el agua y se sorprendió:
—¡Qué extraño! No recuerdo haber puesto el huevo en mi bolsillo, pero aquí está. ¿Y dónde demonios está mi reloj?
Al meter la mano en el agua y sacar el reloj, se quedó contemplándolo en silencio. Sus discípulos, que lo observaban desde la puerta, se tapaban la boca para no estallar en carcajadas.
Y así, mientras Newton revolucionaba la física, seguía perdiendo batallas con la vida cotidiana. Porque ser un genio… no te salva de la torpeza.
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